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THE DRAK SIDE OF THE MOON  
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LITERATURA

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Vittem Sophos?

Filosofía de la vida empapada de la sangre de nuestros ancestros y sus demonios, el olor putrefacto de la vida después de la muerte sepultada dos metros bajo tierra o en una pared de restos de seres humanos, un epitafio en su puerta, la vida desecha, el dolor de los que aún los extrañan por vidas unidas por un mismo destino que los untó de un poco del otro y los puso frente a frente y espalda con espalda, frentes que sudan por el esfuerzo de levantar a hijos descarriados, mujeres abusadas, golpes, violaciones, sangre, culpabilidad, complejos, expresiones y sueños descartados, sus esfuerzos...levantándose cada día, uno más, se rompen ilusiones al insistir; una tumba de sueños, cada una de ellas con letras que expresan su vida, muertos por cuchillos, navajas e incluso la vejes que les gana y como alguien una vez dijo “murió como vivió” y se reanuda la vida normal con un hueco que tarde a temprano se llena o nos enloquece, superación, extrañando sus versos, sus abrazos y sus besos.

Alrededores y amores que amargan los corazones descarriados en la droga de la vida por muerte, acabadas ilusiones contaminadas con la cocaína de la influencia externa, cultura y culto a los extraños y extranjeros, caminantes de la noche de los muertos y de los sueños de las putas ensordecidas a la verdad por la tentación del suicidio; heroica sustitución antivalórica de los versos de un género amarrado al subsuelo, piel de cuero que los hace volar a un mundo inconcebible por sus mismos versos, poetas posados sobre la figura cárnica de lo creado y creador de un universo con miles de paralelos y millones de túneles mágicos, pactos, insignias y corrientes consagradas a una deidad desconocida, de dioses propiedad de los esclavos y esclavizadas criaturas caminantes en la luz de la nada y por el camino a lo cierto, consonantes olvidadas por el lucro de su subconsciente, yo alfa, canción del verso y nada del recuerdo que olvidan como un beso destaca en el sueño, conocimientos, verdades, características soñables de un caos persistente en el sueño y el recuerdo de un viejo y un siervo.

Almas que levitan en la aurora de las vidas y el aura de los seres inalcanzables en muerte que en una vida dieron algún significado válido y concebido en las mentes inflamadas de la sociedad, culturas ávidas de sueños y de fortalezas que enmarcan una generación decadente por el beso del judas de nuestra era y la sangre de los que en verdad ven y oyen, los que han sido enmarcados como dementes y simulan estar dentro de este mundo para debilitarlo y deshacer la utopía de control situada sobre nuestras cabezas como un hacha sobre un borrego con las 4 patas atadas. Muerte es lo que nos depara esta sociedad que nos hunde en la falta de conocimiento, analfabetas, pensantes que no saben de la vida y psicólogos que construyen ciudades sobre nuestras cabezas.

Gato

Bogotá/Colombia






PAREJAS QUE MATAN

Es frecuente que la literatura aporte a la reflexión psicoanalitica acertadas descripciones de tipos de personalidad y de relaciones humanas. Tal es el caso de Dracula de Bram Stocker que, junto con otras historias de vampirismo, pueden servirnos para comprender las personalidades del vampiro y de su víctima y la relación que ellos establecen. Relación que he denominado relación vampirizante Es necesario enfatizar que no estamos refiriéndonos solamente a personajes de novelas, sino a realidades tristemente cotidianas.

La personalidad del vampiro

El Drácula de Stocker y los vampiros de otros escritores, tienen muy poco en común con el romántico personaje de la película de Cóppola. Insensibles y crueles, actúan con una absoluta falta de consideración con sus víctimas, con las cuales, por otra parte, son incapaces de identificarse. El vampiro es, asimismo, particularmente oportunista: acecha la ocasión que le sirva para beneficiarse y actúa solamente según su propia conveniencia. Toma todo del otro, pero nada le da. Es, por consiguiente, un parásito, dueño de un narcisismo soberano y patológico.

En cuanto a la mujer vampira, no debemos confundirla con la vampiresa. Este último término se aplica, según los diccionarios, a "la mujer que extrema el refinamiento de sus atributos para interesar y rendir a los hombres" o a "aquella de gran atractivo físico, con gran poder sobre el varón". La vampiresa es, por consiguiente, una figura erótica que alimenta, con su imagen y sus conductas, el deseo del otro. La vampira, en cambio, es una figura terrorífica que se caracteriza por extraer algo (sangre, juventud, belleza, etc.).de su víctima. Si a veces se confunden es porque, con frecuencia, la vampira se disfraza de vampiresa: primero seduce, luego parasita.

Características de personalidad de la víctima

Ingenua, dependiente y necesitada, la persona vampirizada desconoce las verdaderas intenciones del vampiro. Por eso se entrega a él: cree que va a ser amada, más allá de la muerte. Cuando descubre la verdad-él no sabe amar- ya es tarde: el vampiro ha absorbido todas sus energías y ya no tiene fuerzas para librarse de él. O se ha contagiado, transformándose, ella también, en un vampiro. La víctima no goza de la relación, la sufre. No hay, por lo tanto, masoquismo. Se trata, en general, de personalidades depresivas, con escasa autoestima y sentimientos de culpa poderosos. Su vida sólo parece tener sentido en tanto le pertenezca a su dueño, ya que no puede hacerse cargo de su propia vida. En consecuencia, la autonomía y la seguridad en sí son los más eficaces repelentes del vampiro.

Simbiosis, vampirismo y amor

En cualquiera de las relaciones humanas (padres-hijos, parejas hetero u homosexuales, etc.) es posible encontrar estos tres modos de estructuración vincular, que comparten ciertos rasgos y divergen en otros.

El vínculo simbiótico y el vampirizante tienen en común una característica fundamental: sus integrantes se enferman, porque en ninguna de las dos relaciones es posible crecer. Son formas de vincularse vitalmente empobrecedoras y absorbentes. Otra característica compartida es la necesidad de creer que es posible detener el paso del tiempo, para evitar, así, la llegada de la vejez y la muerte.

La simbiosis, específicamente, se define como una relación en la que ambos integrantes se nutren recíprocamente. Pero, además, cada miembro de la pareja obstaculiza la autonomía del otro. Se aíslan del mundo exterior, volviéndose ermitaños, antisociables y desconfiados. Saben que, si la simbiosis se destruye, deberán separarse y crecer, tomando conciencia del paso del tiempo. En consecuencia, toda tercera persona que, por alguna razón, atraiga la atención de uno de los miembros de la pareja simbiótica, es considerada una enemiga. Ellos parecen ignorar que los dos se beneficiarían con una ruptura.

Por eso hablamos de un vínculo enfermante y empobrecedor. Sin embargo, existe un vínculo simbiótico normal: la pareja madre-bebé. La fusión, en este caso, es no sólo transitoria sino, además, inevitable y necesaria, ya que el niño la necesita para luego poder separarse adecuadamente.

La relación simbiótica patológica está formada por dos personalidades infantiles, dependientes e inseguras de sí, que, creyendo estar apoyándose mutuamente, ignoran cuánto se limitan y enferman. Se trata de un vínculo en el que hay simetría, en tanto sus participantes ocupan lugares parecidos, cada uno ejerce hacia el otro un poder similar, en tanto hay pertenencia mutua, y ambos intercambian, aunque pobremente, afectos entre sí. Como nuestra sociedad patriarcal incentiva que la mujer sea dependiente y sometida, abundan los vínculos simbióticos establecidos entre ellas: por ejemplo, entre esa hija y esa madre que parecen pegadas entre sí. Una no se mueve sin la otra.

En la relación vampirizante, el vampiro mantiene su autonomía pero impide la de su víctima. La relación es asimétrica: sólo el vampiro tiene poder y la víctima le pertenece a su victimario. Para nutrirse, el vampiro debe mantener a la persona vampirizada aislada lo más posible del mundo exterior. Él, en cambio, revolotea libremente por ese mundo, siendo con frecuencia una persona sociable y hasta simpática: tiene que ir calculando en dónde están las próximas víctimas.

Trata de conquistar a su víctima con la secreta intención de absorberla y, como consecuencia, aniquilarla. ¿Qué le promete, con qué la conquista? Dice-como el personaje de Cóppola-que la amará más allá de la muerte y que la protegerá de todos y de todo. La víctima necesita creer las mentirosas promesas del vampiro.

En una relación caracterizada por el amor, los dos integrantes de la pareja mantienen su autonomía y un fluido contacto con el mundo exterior, del cual ambos se nutren. La relación es simétrica, porque hay intercambio de afectos y de experiencias y un equivalente manejo del poder entre sus miembros. Ellos tienen intereses variados y establecen diferentes relaciones afectivas con otras personas. El crecimiento no sólo es posible sino que también forma parte del proyecto que la pareja comparte. El paso del tiempo y la muerte se aceptan como naturales y la vejez, en lugar de quedar asociada al deterioro, representa experiencia y sabiduría.

Nosferatu

http://www.lejanaestigia.com.ar





JOVENES Y TRIBUS URBANAS


Algunos jóvenes de los 70 recorrían, desafiantes, las calles de ciudades occidentales vestidos de modo estrafalario y peinados en cresta de gallo; eran los punk, o basura. En la siguiente década, otras bandas deciden vestirse de negro, hacer pactos de sangre a la entrada de los metros y lucir caras tan pálidas cuan posibles; se llamaron los góticos, por su evocación metafísica. Les siguen movimientos como los skin (afeitar), head (cabeza), que pregonan racismos y persiguen a los inmigrantes, o sharp, que se oponen a los cabezas peladas. Y así se va enriqueciendo el paisaje urbano con todo tipo de criaturas juveniles que representan un mundo congestionado pero rico en expresiones: raperos, hip hoperos, metaleros, heavis y miles de movimientos por tercerías sexuales.


A estos jóvenes de rostros pintados, cuerpos tatuados y extrema defensa del territorio autoasignado, sus estudiosos decidieron bautizarlos como "tribus urbanas", subculturas en permanente transgresión social, que no creen en el sistema sociopolítico pero sí en sus grupos. Así, en Madrid los Latin King, de inmigrantes ecuatorianos, enfrentan a los Forty Two, de nativos españoles, por la posesión de la plaza de Alarcón. O en Bogotá, los Sharp atacan en la zona rosa, donde acaban de cometer un homicidio.
Muchas de estas pandillas primero se inventan quién puede ser su enemigo y luego se arman contra el mismo, al que odian a muerte. Este odio es, en realidad, materia emotiva que les permite identificarse con su grupo, al que juran lealtad. Una vez constituida la banda, vendrán sus consignas, ritos de unión, íconos identitarios y, lo más importante, salir a la ciudad a mostrarse en público.

Ahí nace un tácito pacto callejero: las tribus disfrutan asustando; los adultos se asustan acusan. Pero detrás de las mascaradas pandilleras hay unos niños rebeldes, hijos de abandonos y desilusiones que han decidido -y esto lo creo revelador- expresarse como otros. Pandillas bogotanas o santiaguinas copian idearios europeos pro nazis; las bandas latinas se asignan nombres en inglés; los blancos se expresan como negros, con música inspirada en ritmos africanos; los negros hacen grafitis en alfabeto cirílico. Estas tribus proponen una estética del otro y eso nos confunde. "Todos somos negros", gritaba una tribu de blancos en Roma.

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